Nuestro
comportamiento con el entorno social es diferente al que mostramos
con las personas más cercanas, en especial familiares o amigos. La
clave radica en que moldeamos nuestra personalidad según la
situación, mediante el uso del auto-control, porque sabemos que un
buen comportamiento social nos permite obtener mayores beneficios a
largo plazo aunque a corto suponga un esfuerzo mantener la relación.
El
auto-control es desarrollado durante nuestros primeros años de vida,
sin embargo un niño tiene menor capacidad para tomar decisiones
aparentemente perjudiciales en inicio, pero beneficiosas a largo
plazo.
Un ejemplo
es el llamado Marshmallow Test (Test de nubes dulces) desarrollado
por el psicólogo y profesor universitario estadounidense Walter
Mischel entre la década de los sesenta y setenta.
En el test
un niño está en una habitación junto a un adulto de confianza. El
adulto le deja un dulce en un plato y abandona la sala durante 15
minutos con la promesa de darle otra golosina si pasado el tiempo
(que el niño desconoce) el dulce permanece intacto.
A partir de
la desaparición del adulto cada niño reaccionará de forma
diferente. Habrá quien combata el deseo por comer el dulce de forma
que le permita aguantar mucho tiempo (no mirarlo, dedicarse o pensar
en otra cosa), otros lo intentarán pero usando técnicas
ineficientes o por desesperación acabarán comiéndoselo (oler o
probar la golosina), finalmente hay quien no espera, pues no ha
pensado que esto le conllevará un beneficio a largo plazo (otra
golosina).
A
continuación un vídeo con un ejemplo del experimento
Como
conclusión, es muy importante el auto-control empezando desde niños
y en la vida adulta, una mala contestación o realizar solo lo que
aparentemente nos beneficia en un primer instante puede provocar la
perdida de grandes oportunidades o relaciones a largo plazo.
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